Los Montes se muestran hoy como lo que son, entidades modernas, abiertas, seguras, fiables, que ofrecen una financiación accesible a clientes con circunstancias muy diversas. La crisis pone a prueba, una vez más, un sistema con 317 años que se muestra más eficaz que nunca aportando crédito a familias y autónomos.
La historia de la humanidad tiene una impredecible pero inevitable alternancia de esplendor y declive. Momentos que queremos eternizar, junto a otros de crisis que tememos no superar.
Esto me lleva a pensar en el ave Fénix, un ser fabuloso que poseía varios dones entre los que destacaba el de la vida eterna. Su inmortalidad se manifestaba en su infinita capacidad de volver a la vida resurgiendo de entre sus cenizas.
Cuenta la leyenda que, cuando le llegaba la hora de morir, el ave Fénix hacía un nido y ponía en él un único huevo. Después de incubarlo durante unos días, con la llegada de la noche, el ave ardía espontáneamente reduciéndose a cenizas. Gracias al calor de sus propias llamas, se terminaba de empollar el huevo y, al amanecer, el cascarón se abría, resurgiendo de entre los restos aún humeantes el ave Fénix. No era otro ser, era el mismo Fénix, siempre único y eterno. Siempre más sabio porque tenía, además, la virtud de recordar todo lo aprendido en su vida anterior.
La actual crisis sanitaria de la COVID-19, la promulgación del estado de alarma por parte del estado español y las consecuencias económicas que ya se están percibiendo nos indican que nos adentramos en una crisis económica y social que como mínimo tendrá efectos muy parecidos, si no mayores, a la crisis del 2008. Muchas personas disponen de ingresos poco estables o son autónomos y profesionales liberales que no tendrán liquidez ni posibilidad de encontrarla y van a salir tremendamente perjudicados en esta travesía que ahora comienza.
Durante las últimas semanas se ha proclamado que esta es una crisis única que nos afecta a todos por igual y que no entiende de nivel socioeconómico, educativo, etc. Ya estamos viendo que eso no será así; si bien es cierto que la muerte y la precariedad no está pidiendo “cita previa”, a los que más está visitando es a aquellas personas vulnerables que no tienen a su alcance medidas, ni sanitarias ni económicas, para protegerse del asesino.
La leyenda del ave Fénix y la actual situación a la que nos ha llevado la pandemia me lleva a destacar la labor de unas instituciones centenarias como son los Montes de Piedad.
Estableciendo paralelismos con la última gran crisis financiera, que comenzó en 2008, lo ocurrido entonces supuso un antes y un después para muchas entidades de crédito y consecuentemente, de crédito prendario.
En general, y no sin razón, se atribuye a las entidades que ofrecemos créditos a través de prenda (los Montes de Piedad) una condición eminentemente anticíclica, es decir, cuando la economía va mal, más clientes acuden a solicitar nuestros servicios, con lo que contribuimos a cumplir algunos de nuestros principales objetivos: garantizar la viabilidad de nuestras entidades y ayudar a miles de clientes, que por efecto del menor crecimiento económico general, atraviesan por mayores dificultades en sus economías domésticas o en sus pequeños negocios.
Las características de este tipo de financiación (microcréditos con la garantía de joyas -relojes de oro y acero, anillos, pulseras, objetos ornamentales de plata- a bajo tipo de interés), donde el desembolso es inmediato a la concesión, no existen gastos iniciales en la apertura y la cancelación del mismo puede realizarse en cualquier momento de la vida del préstamo, hace que sea un producto atractivo y asumible en momentos puntuales de necesidad de financiación. Es una alternativa más a los préstamos que habitualmente se contratan.
Un producto que perdura 317 años es porque es un producto útil y justo para la sociedad. Entonces, ¿por qué sólo nos acordamos de estas instituciones cuando las cosas vienen mal dadas?. Su historia nos llena de orgullo ya que han cubierto la necesidad de acceso justo al crédito durante muchos siglos, pero no nos impide mirar al futuro. Hoy son entidades modernas, dotadas de procesos eficaces y que ofrecen todas las garantías de profesionalidad y seguridad.
Como define Jacob Benbunan, director de la consultora Saffron, “una marca es lo que te define, lo que te representa. Lo que te sugiere cuando “cierras los ojos”. Es el efecto que ese producto o servicio tiene sobre nosotros. Es la promesa de una experiencia hecha realidad.” Añade que “estamos pasando de un mundo del yo al de nosotros. Un mundo donde el propósito es lo importante. La mayoría de los consumidores prefieren comprar productos de compañías que representan algo.”
Ahora es el momento en que se definirá el tipo de sociedad que somos. Tal y cómo gestionemos la situación, se nos recordará. A personas y empresas.
Y es el momento en que los Montes se muestren como lo que son, entidades modernas, abiertas, seguras, confiables, que ofrecen un servicio a clientes que, más allá de sus necesidades, son propietarios de objetos de valor y que tienen la sabiduría de aprovechar y mantener ese patrimonio ya que, una vez dejadas como garantía, en el 97% de las ocasiones el objeto se recupera. Que ofrecen un servicio amplio y variado otorgando no solo crédito, sino custodia de joyas, valoraciones, asesoramiento para inversión y subastas. Entidades sin ánimo de lucro que están bajo la tutela de Fundaciones, ordinarias y bancarias, que destinan los réditos económicos que genera su actividad a realizar acciones sociales sostenibles centradas en la protección de colectivos desfavorecidos, la cultura, el medioambiente o la educación entre otras.
Como suele ocurrir en estos periodos de bajo crecimiento y tensiones en los mercados, el oro alcanza niveles muy altos en su cotización. Desde principio de año el precio del oro se ha revalorizado un 14% y un 35% desde principios del 2019. Lástima que en España no exista una “cultura del oro”. Esa “cultura” sí la tienen desarrollada muchos países de Europa y responde, principalmente, a los estragos que las grandes guerras originaron en territorios centroeuropeos. Nosotros preferimos invertir nuestros ahorros en un coche nuevo o en una vivienda mientras que los ciudadanos de estos países destinan una parte de su inversión a adquirir unos gramos más del preciado metal. La explicación es sencilla: si viene una situación crítica sé que dispongo de un valor seguro. Es la única “moneda” que ha perdurado en el tiempo y ha desafiado a todo tipo de crisis acaecida en la sociedad. El oro se ha mantenido intacto ante las políticas monetarias de inflación y no se puede incrementar su volumen simplemente imprimiendo más. El oro es atemporal; el documento que habla de joyas de oro más antiguo del mundo data de 4.600 a.c. aproximadamente y demuestra la fascinación del hombre por este metal desde las primeras civilizaciones. Su atractivo se ha mantenido a lo largo de todas las épocas. Y el oro es futuro ya que se ha hecho indispensable para nuestra sociedad moderna en las últimas décadas. Las comunicaciones inalámbricas, los ordenadores, la industria aeroespacial, la medicina… la sociedad moderna depende de este metal precioso. Incluso la más sofisticada de las tecnologías, la nanotecnología, no puede vivir sin el oro, por lo que tendrá un papel relevante en el futuro de nuestra sociedad.
Por eso, ¿por qué ese discurso victimista que rodea a los clientes y los servicios que ofrecen los Montes?. Los Montes de Piedad, de “piedad” no tienen nada; nuestros clientes poseen un gran y preciado bien: el oro.
Des estigmaticemos estas instituciones, veámoslas como lo que son, una alternativa financiera más. Ayudemos a que, como el ave Fénix, resurjan con la sabiduría acumulada durante tres siglos y sigan siendo útiles a toda la sociedad independientemente del momento que ésta atraviese.
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